martes, 22 de marzo de 2016

De Yucatán a Egipto

Arquitecta Gladys Díaz Negrón (Foto de la Universidad Anáhuac Mayab)



Artista yucateca expone en un museo de ese país



En nuevo avance en su carrera artística la escultora yucateca Gladys Díaz Negrón participa  en  estos días en una exposición internacional que se realiza en la ciudad egipcia de Giza, ubicada  a 20 kilómetros de El Cairo. En esa muestra ella interviene junto con otros artistas plásticos de Latinoamérica.

Esa exhibición se denomina  “Homenaje a Egipto y su cultura”, es organizada por el museo que lleva el nombre del poeta y dramaturgo Ahmed Shawky. Este edificio está en un amplio andador ubicado a orillas del río Nilo.

La muestra empezó el pasado día 17 y terminará el 31 de marzo. Ahí se exponen pinturas, fotos, esculturas y otras obras de arte más que tienen características de los países latinoamericanos de donde provienen sus autores.

La maestra Gladys Díaz, quien es catedrática en la Universidad Anáhuac Mayab, expone ahí un  bronce denominado “Identidad Maya”. En ésa obra ella fusionó las culturas egipcia y maya combinando elementos de una figura femenina, las pirámides egipcias, el Caracol de Chichén Itzá y el tipo de edificación funeraria del antiguo Egipto (mastaba).

La artista,  ante un mural de su autoría (Foto de internet)
La Universidad Anáhuac Mayab informó en un  comunicado que la arquitecta Díaz Negrón ha hecho cinco muestras individuales y participado en 13 exposiciones colectivas nacionales e internacionales.

En 2014 ganó en Argentina el primer lugar de la Bienal del Arte Contemporáneo de Buenos Aires, donde ella concursó con una pieza de piedra y resina denominada “La timidez”. Esa escultura muestra a una mujer arrodillada, con el vestido cayendo por sus hombros y dejando ver huellas de latigazos en la espalda. Con  esto, su autora quiso mostrar la imposibilidad  de  la protagonista de rebelarse contra la violencia de la cual es víctima.

La artista relata que descubrió desde muy pequeña su inclinación hacia la escultura. Siendo niña la llevaron de visita a la desaparecida Escuela de Bellas Artes, donde el maestro Manuel Chacón,  profesor del ramo en se  plantel, le permitió jugar con el  barro que usaban los estudiantes para sus trabajos.


Otra anécdota que la enorgullece es que en una exposición de sus obras en el Gran Museo del Mundo Maya, el compositor Armando Manzanero visitó el lugar y vio las esculturas. Compró dos de ellas.

La mayor parte del trabajo de esta artista son figuras femeninas que son representadas en actitudes cotidianas o rodeadas de elementos relacionados con la cultura maya.

La arquitecta Díaz Negrón también es pintora, restauradora certificada y profesora de danza. (Mérida Cultura).

domingo, 20 de marzo de 2016

Corrección histórica que merece “Picheta”




No exiliar al grabado de un lugar que es suyo.




El  Pasaje Picheta ha tenido desde su creación más  fines comerciales y turísticos que artísticos. En sus galerías  el arte visual  fue arrumbado, es como una presencia a la cual  hay que resignarse. La pintura no es la actividad preponderante ahí, se le regatea importancia.

Y en una contradicción, que se entiende al saber que esos corredores son parte del espacio oficial, el grabado es la disciplina más ausente en ese sitio. Los administradores del lugar, más políticos que promotores culturales, no fomentan esa disciplina, la ignoran.

Pareciera que pervive el rechazo gubernamental que relegó el talento de uno de los más grandes grabadores de México, el cual fue perseguido por la autoridad de su tiempo que lo consideró “insolente personaje” debido a las críticas que recibía por parte del artista.

En México es muy común la simulación en las autoridades, en  ellas “la forma es el fondo”, aparentan ser lo contrario a lo que piensan. 
Por esta razón,  Gabriel Gahona “Picheta” es homenajeado pública y permanentemente con ese pasaje que lleva su nombre. La paredes de ese edificio están decoradas con parte de los grabados con los que él expuso reprobables caretas de la sociedad y la política de su época, lo cual le generó la simpatía que gozaba entre la población.

Sin embargo, aunque ese pasaje lleva su nombre, no es recinto que proclame  e impulse el  grabado.  Mucho menos fomenta el espíritu crítico  que tuvo Gahona, un dibujante, pintor, grabador y caricaturista que merece ser recordado de mejor forma y recibir un  reconocimiento honesto.

Por lo anterior nos entusiasmó encontrar en nuestro caminar por el Centro Histórico una exposición de grabado en la planta baja de ese lugar, un suceso tan extraño como hallar un pingüino en una selva o una jirafa en el Ártico.

Se trata de una exposición de 34 trabajos en pequeño formado realizado por tres jóvenes artistas  integrantes de Gráfica Ambulante. Ellos son Natalia Polanco,  Carolina Barajas y Jesús Jasso, quienes optaron por las técnicas de xilografía –la  más recurrida por “Picheta” debido a su precaria economía- y linografía para elaborar sus trabajos.

En esa muestra son variados los temas plasmados mediante el  trabajo de la madera y el linóleo. Las imágenes mostradas ahí aluden a la naturaleza, el humor, la vida cotidiana y a personajes fantásticos.

El cartel que presenta la obra sólo da el nombre de los autores, no dice más de ellos ni de su trayectoria. Tampoco hay mayor información  sobre Gráfica Ambulante, un  grupo que, al igual que Gahona y su  formación autodidacta, se lanzó perseguir musas de la mejor manera en que ellas pueden ser atrapadas, trabajando.

Este equipo juvenil utiliza un carromato –“El tanquecito”- para transportar sus bártulos y trabajos y exhibirlos en cualquier espacio que quiera hospedarlos. Es común verlos los domingos en el Paseo de Montejo, ofreciendo sus obras a paseantes y  familias que acuden a  la Biciruta del lugar.

En la inauguración de la muestra en  el  Pasaje Piecheta, el pasado día 11, los jóvenes llevaron el tanquecito y, según el cartel ya citado, regresarán cada viernes al lugar para trabajar ante el público. 

Una característica de los grabados que produce ese grupo es  el pequeño tamaño de estos, lo cual   permite ofrecerlos a precio bajo y así  fomentar el gusto por esa disciplina y alentar al público a formar una  colección privada. Con su entusiasmo, esos muchachos emulan el   espíritu innovador de “Picheta”.

El cartel ya mencionado dice con tino que si ese artista viviera aprobaría este esfuerzo por contribuir a que la gráfica yucateca recupere la importancia que tuvo.

Nosotros agregaríamos que a este primer paso por hacer del Pasaje Picheta la casa del grabado debe seguir una carrera acelerada para remediar un error que lleva más de dos décadas.


Y para hacer el alto honor que merece Gahona, es necesario ir más allá, transformar ese lugar para que también sea foro de crítica social y política y generador de ideas nuevas en el arte y en otros campos de la vida de esta capital. (Mérida Cultura)   

jueves, 17 de marzo de 2016

Joven pintor se abre espacio



Su quinta exposición individual está en el Pasaje Picheta



Carlos Pliego es un agitado joven de unos 25 años de edad, nacido en Toluca y establecido en Mérida, a donde llegó después de vivir un  tiempo en Guanajuato.

Su éxodo de la metrópoli fue motivado por el arte, la pasión por la pintura corre por su alma, decidió cursar una carrera en ese campo y hacerlo fuera del estado de México.  Pero su apuro por tomar los pinceles y atacar un lienzo o cualquier superficie donde pueda poner pintura lo hace inconstante en las aulas universitarias.

Se aburre en las clases. Le resulta tedioso estudiar historia del arte  y aprender aspectos teóricos. Prefiere ceder a su irrefrenable impulso de pintar y aprender sobre la marcha.

Lo anterior son las conclusiones a las que se llega al conocer su historia y su trabajo, del cual se puede tener atisbo visitando su más reciente exposición, en el Pasaje Picheta, que abrió a principios de mes y que se quitará de ahí cuando llegue abril con su calor.

Esa es su quinta muestra en Mérida, a donde arribó hace unos cuatro años para estudiar en la Escuela Superior de Arte de Yucatán, donde desertó. 
En los poco más de diez cuadros que  él exhibe en esta ocasión se puede ver que ya está en camino de definir su estilo. Como parte de esa búsqueda y entrenamiento de sus trazos recrea obras famosas.

En esa colección hay tres cuadros que muestran un interesante proceso de autorretrato. El primero de ellos es muy abstracto, debe ser explicado al espectador para que lo entienda. En el segundo su autor está ausente, sólo se ve su estudio y los objetos que hay en él, es una imagen de su intimidad. En la tercera aparece él con su perro.

En esa exposición se constata también la condición económica precaria del artista pero también su alta autoestima. Parte de las pinturas –hay óleos y técnica mixta- no son en lienzo sino en materiales económicos. Uno de ellos perdió su forma, se dobló. Los precios de los cuadros llegan a $15,000.   

Según averiguamos, Carlos  Pliego dejó su natal Toluca para ir a estudiar arte en Guanajuato pero abanonó la universidad. Después vino a Yucatán  a intentar titularse en la ESAY pero tampoco concluyó la carrera. Prefiere ser autodidacta o bien considera que en la escuela ya aprendió todo lo que necesitaba del acervo académico.

Este pintor está activo en  el medio artístico, ya consiguió realizar cuatro exposiciones individuales y otras colectivas. La que actualmente presenta en el Pasaje Picheta se denomina “V” (quinto,  en números romanos).

Si te gusta la pintura entonces te recomendamos visitar estos trabajos. Si no te atrae ese género artístico, de todas formas convendría echar un vistazo cuando acudas al Centro Histórico.

Y cuando ingreses al  Pasaje Picheta aprovecha para ver en el acceso otra interesante muestra.  Esta es sobre grabado, participan varios autores. (Mérida Cultura)

martes, 1 de marzo de 2016

Un pastel con pinceles y brochas



Jaime Barrera celebra 20 años de pintor.


Con un exposición  que muestra variantes de su trabajo tradicional, el pintor yucateco Jaime Barrera festeja dos décadas lo de enamoramiento con en el arte abstracto. En la numerología maya 20 años equivalen a un “katún”, nombre que ese pueblo prehispánico daba a ese lapso.  

Este artista,  quien antes de pintar ensayó arte con la fotografía, eligió para este acontecimiento el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán “Fernando García Ponce”, donde muestra sus últimos trabajos, en tamaño de gran formato y bajo el título “Atmósferas y vapores”.  Eligió ese nombre por las evocaciones que busca generar con los suaves tonos que eligió para estos cuadros.

Jaime Barrera, quien fue funcionario de la  Universidad Autónoma de Yucatán y Director de Cultura del Ayuntamiento de Mérida, dice lo siguiente de esta colección abierta al público al  final de 2015:

“Este año selló la fecha en que cumplí 20 años de incursionar en la pintura abstracta. Fue un lapso suficiente para comprender y entender que el  camino es arduo y complejo,  que las rutas son múltiples, unas veces son claras y definidas,  y otras oscuras e intrincadas.  De todas maneras, ha valido el trabajo sostenido,  el cual satisface plenamente mi espíritu y mi conciencia.

“Este es un trabajo permanente que tiene el propósito final de provocar en el espectador una atmósfera que seduzca sus sentidos; que al mirar mis cuadros participe en un viaje escenográfico, con imágenes que tengan formas y colores como  si las miráramos desde una ventana a mil metros de altura: amaneceres, atardeceres, aire coloreado, vapores, tormentas, lluvias,  nublados…en  síntesis, la atmósfera llevada al lienzo.

“Aquí hay formas sumergidas en capas de materia y estructuras intangibles de agua, aire y viento; trazos, texturas  y garabatos que encierran un lenguaje atemporal y sin memoria.

“Esta colección contiene expresiones en las que cada espectador que  la mira le da significados diferentes y personales.

“El  corazón me dicta: pinta; entonces es cuando pinto lo que quiero y cuanto quiero. Me dan  ganas de pintar…y pinto.


“Con esta muestra celebro 20 años de creación artística. Te doy las gracias por mirar y compartir conmigo estas atmósferas y vapores encerrados en cuadros”. (Mérida Cultura)