Metal y cerámica mezclados en artísticos objetos
La vida del jalisciense Jesús Guerrero Santos -artista de la
cerámica y el metal- es tan interesante
como su obra, ambas comparten la singularidad de sus circunstancias. En estas
fechas Yucatán tiene oportunidad de conocer una de esas facetas gracias a una
exposición de ese creador que está a la
vista del público durante febrero, marzo y abril en el Museo Fernando García
Ponce-Macay.
Foto de Informador.com |
Nacido en el poblado
de San Martín Hidalgo, en una familia de
cinco hermanos, Guerrero Santos es un artista cuyas obras han sido expuestas en
el país y el extranjero.
Entre sus trabajos está un relicario que llegó al
Vaticano hace 15 años para la ceremonia en que fueron canonizados 25 mártires
mexicanos. También fue invitado por la Santa Sede para decorar en una ocasión
el pino navideño que se instala ahí.
La calidad y demanda de la obra de este creador se refleja
en los precios de sus producciones. Una
pequeña y sencilla caja de cerámica que puede servir de alhajero se cotiza en
$700, y una pieza que combina barro vidriado y alpaca (metal parecido a la plata),
con medidas de un metro de alto por 70 cm de ancho, alcanza los $5 millones.
Jesús Guerrero nació en el pueblo de San Martín Hidalgo pero
estudió y se estableció en Guadalajara.
Cursó tres años de arquitectura, después estuvo cinco años en el Seminario de
la zona pero descubrió que su vocación no es la sotana, y entonces se matriculó
en la licenciatura de Ciencias de la Comunicación, en el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Occidente (Iteso), donde
concluyó la carrera y cursó una maestría
en Desarrollo Humano.
Es cinéfilo, siendo estudiante promovió durante varios años
el cine de arte. Antes de definir su vocación fue durante tres año empresario
de bienes raíces y después probó suerte en la industria gastronómica. En 1988
se inició en la cerámica y el manejo del metal, y tres años después el
reconocimiento que le dio su trabajo hizo que el gobierno lo nombrara director
del Instituto de Artesanías Jalisciencie, donde permaneció cinco años.
Su labor creativa recurre a las técnicas de cerámica
vidriada de Talavera y mayólica, la cual combina con elaboradas composiciones metálicas inspiradas
en el renacimiento italiano y el barroco español.
Otro elemento más de sus
creaciones es recurrir a imágenes religiosas, paisajes costumbristas, héroes
nacionales, la fauna y figuras simbólicas del país, según el caso, para
decorar, junto con piedras, sus obras.
Su producción, en la que predominan los colores azul y
plata, abarca candelabros, crucifijos, cajas, tibores, jarrones, cofres y otros
recipientes más, así como ceniceros,
platos, centros de mesa, relicarios y otros objetos decorativos y utilitarios.
Con motivo de un aniversario de la independencia nacional
produjo piezas inspiradas en la campana de Dolores y el águila que adornó
el escudo real durante la época del
imperio mexicano.
Su técnica y estilo es fruto de los 25 años que lleva en el oficio, período en el que
estudió lo hecho en siglos anteriores en materia de cerámica y orfebrería y
revisó las colecciones que renombrados museos tiene en ese campo. De ahí
desarrolló una personalidad creadora diferente
y propia pero que a al mismo tiempo
recrea la artesanía tradicional. De esta forma genera nuevas formas que derivan
en piezas únicas.
La exposición que se ofrece en el museo de arte contemporáneo
de Yucatán se denomina precisamente “Cerámica y metal”, es un conjunto representativo de toda su obra.
Esa colección está en una sección del museo que ya está
abierta al público después de un año en que el recinto estuvo cerrado totalmente para un
remozamiento que todavía no está listo a pesar del tiempo y la la millonaria inversión realizada en esa tarea.
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