Está por cerrarse una exposición suya en el Macay. ¡Corra a visitarla!
Su abuelo paterno fue herrero, y el materno fue ebanista, y su padre se dedicó a la orfebrería y la relojería. En la ascendencia del español Joan Miró
no hay pintores, por ello tuvo la oposición paterna cuando anunció sus intenciones
de dedicarse al arte.
En México comenzaba la revolución de 1910 cuando, por
presión de su padre, Miró, uno de los genios de la pintura ibérica, estudió comercio
en su natal Barcelona. Pero en las noches acudía a clases de dibujo y pintura. Más adelante trabajó en una droguería y posteriormente hizo estudios superiores de arte.
A partir de entonces transcurrió una de las carreras artísticas que han dado
fama a España y brillo al arte plástico internacional.
Desde principios de este
año Mérida recibió la oportunidad de acercarse directamente a una parte de la
obra de Joan Miró, pintor, escultor, grabador y ceramista, calificado como uno
de los grandes representantes del surrealismo. Los premios, distinciones
honoríficas y la fama rodearon a este barcelonés, cuyas obras se exhiben en
forma permanente en varias partes del mundo.
A la capital yucateca la obra de este español
arribó para ser exhibida en el museo Macay “Fernando García Ponce”. Son unos 30
trabajos de distintos tamaños. Esa muestra está por cerrarse, de modo que
conviene visitarla cuanto antes.
Le recomendamos ir y no limitarse a enterarse
de ello por medio del portal de internet del museo Macay, ya que este tiene
escasa información sobre esos trabajos. No se dice el número de cuadros que se
exhiben, la colección de la cual ellos proceden, el período en que fueron elaborados,
la técnica de estos, etc. Para rematar, la biografía que el Macay colocó ahí es copia
de un texto de Wikipedia.
Miró, quien simpatizó con el comunismo y
falleció hace 30 años, es considerado surrealista a pesar de que en una ápoca
de su vida rompió con esa tendencia.
Hay una frase que muestra en parte la
naturaleza de este pintor y el tipo de arte que enarboló: “Asesinó a la
pintura. Lo hizo quizá porque no quería doblegarse a sus exigencias, a su
estética ni a un programa demasiado estrecho, deseaba dar vía libre a sus
aspiraciones y a su sed”.
¿Se doblegó Miró a las demandas de la pintura
convencional? ¿O logró su propósito de plasmar su propia sed artística? Acuda
al Macay y encuentre usted mismo la respuesta. (Mérida Cultura).
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